Por Felipe Vega, director general de CECANI Latinoamérica, empresa de capacitación para figuras no lucrativas.
La circularidad se refiere a las prácticas que optimizan el uso de los recursos y minimizan los residuos a lo largo de todo el ciclo de producción y consumo. Hace hincapié en la sostenibilidad y eficiencia económica que se contrapone a los usos y costumbres que generamos desde la Revolución Industrial.
Es decir, el alto consumismo: una empresa extraerá o recolectará los recursos para crear un producto, que los consumidores luego compran, usan y, en última instancia, desechan. Esto se conoce como un modelo lineal de consumo masivo.
Este modelo de consumo contribuye a los cambios en nuestro clima que, si no se abordan, amenazan con hacer la vida mucho más difícil en las próximas décadas. Cada año, un promedio de 2,6 billones de dólares en materiales de bienes de consumo de alta rotación, que representan el 80 por ciento del valor del material, se desechan y nunca se recuperan.
La circularidad presenta una alternativa al modelo lineal. En una economía circular, los recursos se pueden utilizar una y otra vez, a menudo para los mismos fines o similares.
Para ello existen tres grandes principios rigen una economía circular:
1.Preservar y mejorar el capital natural mediante el control de los recursos finitos y el equilibrio del flujo de recursos renovables.
2.Optimizar el rendimiento de los recursos al hacer circular los productos, componentes y materiales en uso a los niveles más altos posibles en todo momento.
3.Hacer que el sistema sea más eficaz al eliminar las consecuencias negativas no deseadas, como la contaminación del aire y el agua.
Una economía circular es un objetivo digno en sí mismo. Pero también presenta una oportunidad para que las organizaciones obtengan una ventaja competitiva. La economía circular podría representar una oportunidad de ingresos de más de un billón de dólares solo en Europa en 2050.
No en vano, las empresas, en particular las de bienes de consumo, que se comprometen con las métricas ambientales, sociales y gubernamentales (ESG), están llamadas a convertirse en las líderes del futuro.
Ahora, la creciente demanda de productos sostenibles por parte de los consumidores es probablemente el mayor impulsor de la circularidad. Pero otros factores también influirán, como la regulación, progreso tecnológico, infraestructura, actividad del lado de la oferta y el entorno macroeconómico.