Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.
¿Pueden resquebrajarse de tajo conceptos anquilosados y perniciosos acerca de lo que es un hombre y lo que se espera de él?, ¿puede formularse con educación un modelo menos rígido y estereotipado de la masculinidad?, ¿podemos conformar una sociedad con valores andróginos y aceptar la unicidad de cada persona sin confinarlo a las características “apropiadas” de su género?
En un mundo en constante cambio, las nociones tradicionales de masculinidad se desafian y redefinen. Las «nuevas masculinidades» emergen como un concepto crucial en la conversación contemporánea sobre género y equidad. Representan una evolución en las formas en que los hombres se perciben a sí mismos y cómo interactúan en el mundo.
Durante mucho tiempo ser masculino implicó ser fuerte, dominante y emocionalmente distante, pero hoy las nuevas masculinidades abrazan una gama más amplia de expresiones y comportamientos.
Así, los hombres que se adhieren a estas nuevas ideas de masculinidad se sienten libres para ser vulnerables, expresar emociones y participar activamente en roles y responsabilidades que antes tildaban de «femeninos». Esta apertura a la diversidad no solo enriquece la vida de los hombres individuales, sino que también contribuye a una sociedad más inclusiva y equitativa en su conjunto.
Ahora la educación desempeña un papel fundamental en la formación de las actitudes y creencias de las futuras generaciones al fomentar una educación que desafíe los roles de género tradicionales y promueve la igualdad.
Las instituciones educativas pueden contribuir significativamente a la creación de una sociedad en la que las nuevas masculinidades florezcan. Esto implica no solo revisar los currículos para eliminar los sesgos de género, sino también fomentar un entorno en el que los jóvenes se sientan seguros para explorar su identidad y expresión de género sin temor a la discriminación.
Uno de los pilares fundamentales de las nuevas masculinidades es la deconstrucción de la masculinidad tóxica. Este término hace referencia a los comportamientos y actitudes que promueven la agresividad, dominación, misoginia y represión emocional.
La masculinidad tóxica no solo daña a las personas que la practican, sino que también perpetúa ciclos de violencia y desigualdad de género. Las nuevas masculinidades buscan desafiar estas normas dañinas al fomentar la empatía, comunicación abierta y respeto mutuo. Al hacerlo, se abre un camino hacia una masculinidad más saludable y equitativa que beneficia a hombres y mujeres por igual.
La promoción de las nuevas masculinidades no es solo un asunto de teoría, sino también de práctica. Cada individuo tiene un papel que desempeñar en este cambio cultural y social. Reflexionar sobre nuestras propias creencias y comportamientos es el primer paso hacia la adopción de una masculinidad más consciente y equitativa.